Muchas veces me he preguntado qué impide a las personas avanzar, y aunque las posibles respuestas son muchas, la que más me sorprende es la falta de silencio.
Hace unos cuantos años, intentaba llenar cada minuto de las veinticuatro horas del día con actividades o entretenimientos que me permitieran “desconectar”, fundamentalmente los fines de semana o en vacaciones, cuando tenía más tiempo libre, para que no se me hicieran eternos, y lo que no me daba cuenta era que lo que más necesitaba era “conectar” conmigo misma.
A menudo, huimos de nuestros propios ruidos internos, cuando estamos en soledad o silencio, aparecen esos pensamientos que tanto evitamos continuamente, preguntas como ¿estoy teniendo la vida que quiero?, ¿la persona que tengo a mi lado me hace feliz?, ¿por qué me cuesta tanto levantarme cada mañana para ir a trabajar?, y podría seguir infinitamente, pero el miedo a afrontar esas respuestas, me hacen permanecer alejada de ese silencio. Es como si le pasara a otra persona, como si observara pasar la vida de un vecino, o como si la cosa no fuera conmigo, y algún día se resolverán los problemas.
Y así pasan los días, los meses, los años y las preguntas sin respuestas son cada vez más.
Cuando aprendes que en el silencio se aclaran mucho las ideas, que aunque, al principio cueste llevarlo, él es tu mejor amigo y es ahí donde nacen las pasiones, y donde aparecen las respuestas a esas preguntas que nos impiden llegar a tener la vida que deseamos, descubres un sinfín de posibilidades, un poder inmenso que te brota por cada poro de tu cuerpo, es ahí donde descubres que la meditación, el mindfulness son las herramientas más valiosas para crecer, desarrollarnos y encontrar muchas respuestas.
Utilizándolas cada día, no hay miedo que se oponga, pena que no se cure, ni problema que no tenga solución.
El silencio nos ayuda a encontrarle el sentido a nuestras emociones, nos ayuda a enfrentar los miedos y combatirlos, y fundamentalmente a conocernos, la mayor dificultad que tenemos para ser felices.
Valora el silencio, pruébalo, hazte su aliado y no habrá obstáculo que no puedas vencer.
Muy buena entrada Alicia, me ha hecho pensar mucho, estás ganando un lector.
Un saludo.
En mi caso, a veces practico el silencio y otras veces huyo de él. Hay días que te levantas animada y no quieres que tus demonios te ronden, por lo que subo el volumen de la radio del coche, dejo la tele puesta para descansar… Sin embargo, cuando quiero tomar decisiones importantes lo practico mucho. Has escrito un artículo muy interesante, Alicia. Intentaré practicar el silencio de forma positiva. Está claro, que no le saco el mejor partido posible.
Almudena, muchas gracias por tu comentario, me ha gustado mucho y me ha hecho pensar también. Yo creo que justamente cuando aparecen esos «demonios» es cuando más hay que practicarlo, para saber de donde vienen, y no esconderlos, si no identificarlos para que se vayan… si quieres, te paso alguna meditación guiada, que vienen muy bien para antes de dormir o en algún momento de estrés. Ánimo con la practica!!. Un abrazo.